Plaza Gipuzkoa

Plaza Gipuzkoa

Fernando Savater en su libro “San Sebastián” dice, refiriéndose a la Plaza Gipuzkoa: “Si mañana diesen el aviso del fin del mundo (y si uno se decidiera a creerlo, tantas veces lo hemos oído ya) yo me sentaría en un banco de ese microcósmico corazón de mi memoria, quizá con un libro de Salgari o de Oliver Curwood en las manos, y allí esperaría, en ese pequeño escenario, a que se abrieran las puertas de lo infinito”.

Sin lugar a dudas, la Plaza Gipuzkoa es el rincón más entrañable que tiene nuestra ciudad y ello gracias a quienes concibieron primero el espacio y después crearon un ambiente tan acogedor.

Fue entre 1864 y 1867 en que se construyó la plaza, llamada de Guipúzcoa a partir de 1866. Diseñada por el arquitecto Antonio Cortázar, era un lugar de aspecto frío en el que no había ninguna decoración y faltaba por ocupar la manzana donde se ubicaría el Palacio de la Diputación.

Como resultado de las permutas de terreno que se produjeron tras el derribo de las murallas, el Ayuntamiento ofreció a la Diputación el solar ubicado entre las actuales calles Garibay, Peñaflorida y Andía. El cierre completo de la plaza se aprobó en 1878, en el que un acuerdo municipal aprobaba construir el Palacio Provincial, en base al proyecto del arquitecto José Goicoa. Las obras finalizaron en julio de 1885.

El 25 de diciembre de ese mismo año un incendio destruyó el Palacio casi en su totalidad. Un año más tarde se aprobaron los planos presentados para su reconstrucción por los arquitectos Luis Aladrén y Morales de los Ríos. El edificio destinaría espacios para Correos y Telégrafos, el Cuartel de Miqueletes y para el Gobierno Civil. Curiosamente, el primer proyecto de la plaza, que obviamente no se realizó, pretendía unir con terrazas los primeros pisos de las esquinas, tal como sucede en la Parte Vieja. Todavía pueden observarse en alguna de las columnas lo que sería el inicio de dicha idea.

En 1876 el Alcalde de la ciudad se dirigía al Duque de Bailén indicándole que deseaba dotar a San Sebastián de mayor arbolado del que existe en la actualidad. Éste le respondía que ponía a su disposición algunos árboles y arbustos, de su propiedad en Aiete, y le indicaba que sería interesante que el encargado del proyecto en la Corporación se pusiese en contacto con su jardinero.

Así el 6 de febrero de 1877 Pierre Ducasse presentaba un presupuesto, en francés, de árboles y arbustos con destino a la Plaza Gipuzkoa. El Ayuntamiento lo aprobó y acordó efectuar el pago.

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